miércoles, 31 de marzo de 2010

Sad

Hoy no pensé que estaría triste. Pero una noticia (que yo ya la sospechaba) hizo que de pronto, me pusiera así. Tal vez no era motivo suficiente, porque en realidad es una banalidad. Pero a veces, una quisiera creer que esas banalidades lo son todo, quisiera aferrarse a algo, que aunque sabes que no pues, no es, te permitiría levantarte con mejor ánimo.
Estoy segura que mañana será otro día, estoy segura que volverá mi lado consciente y volveré a bajar a la tierra. Y la vida seguirá y yo estaré bien, porque siempre estoy bien, aunque a veces me deprima un poco.
Debo aprender a no confiar demasiado, debo aprender a no creer en todo lo que me dicen, debo aprender a no dar a manos llenas. Debo aprender muchas cosas más, y en serio ya debería haber aprendido, pero la vida es así, no siempre se gana, aunque tampoco se pierda.
Estoy segura que lo que he escrito aquí no tiene sentido para muchos, pero para mí sí y eso es lo que realmente importa. Porque es mi blog y escribo porque necesito desahogarme. Porque no tengo a James para desahogarme con él. Porque en serio, mis paltas son tan ridículas cuando las cuento que no vale la pena contarlas. Sólo quería sacarme la tristeza y escribiendo es una forma de hacerlo.
Tengo un hijo maravilloso, que me da muchas alegrías (y también dolores de cabeza), al que amo con locura, y que me ama con locura. Tengo un esposo imperfecto pero al que amo porque es bueno (muy bueno a veces). Tengo a mis padres sanos, a mi familia sana. ¿Qué más podría pedir? No hay razón para sentirse triste, lo sé, pero me he sentido así todo el día. Me he sentido tonta (por no decir otra cosa), absurdamente tonta. Y sentirse así es feo.
Pero, pero, pero, tal vez sea mejor así. Así no crecen las expectativas de algo condenado al fracaso. Es mejor que te digan en tu cara pelada: no, no va. Aunque me hubiera gustado que antes de venderme la idea, me hubieran dicho la verdad, las cosas super claras. O tal vez, yo enceguecida por una idea genial, no quise darme cuenta de lo que ya sabía, ya presentía.
Fin de un proyecto, que en teoría era genial, pero que no pues, no lo era. Lo triste es que me ha costado. Tiempo y dinero. Tiempo que pude haber pasado con mi hijo, terminando de decorar sus huevos de pascua. Dinero, que si bien no es mucho, se hubiera podido utilizar no sé, en irme a la peluquería por último. Anyway, a lo hecho pecho. Algo bueno saldrá de todo esto, el proyecto puede modificarse, cambiarse, re-ingeniarse. Y de todas formas, el proceso fue divertido. Aunque al final no haya resultado como se planeó (o como yo lo había alucinado).
Anyway, vuelta a la página, volver a empezar. Y no ser tan confiada esta vez.

jueves, 25 de marzo de 2010

4 años maravillosos

Hace exactamente 4 años, una sábana verde, de esas que usamos en sala de operaciones, no me dejaba ver lo que me estaban haciendo. Yo sólo podía ver hacia el techo, donde veía la scialítica (luz que se usa en sala de operaciones) y trataba de ver en ella el reflejo de mi doctor, que en ese momento, me hacía una cesárea. Mi parto se había adelantado, debido a una pre-eclampsia, y bueno, ahora me tocaba a mí estar tendida en la camilla de sala de operaciones.
Como no veía nada, me iba imaginando todos los pasos que debería estar siguiendo mi doctor. No me dolía nada, pero si sentía cómo el doctor realizaba las maniobras que terminarían por sacar a mi Sebastian de donde plácidamente había estado por los últimos 8 meses. Ya casi al final, el doctor y su asistente, hicieron presión y sentí una sensación cómo que algo salía de mí. Era el momento más tenso, yo escuchaba como el doctor hablaba "circular doble" (refierendose al cordón umbilical enrollado en el cuello) y yo sabía que mi bebé ya había salido. Me concentré al 100% pues quería escuchar su llanto, y muy quedito, escuché un llanto, casi imperceptible, parecía un gatito. Segundos después el llanto se escuchó más fuerte, y en ese momento me volvió la vida al cuerpo: había nacido mi niño. Sabía que el pediatra se lo llevaría primero a hacerle una revisión completa y yo trataba de escuchar a ver si decían algo, a ver si todo estaba ok. Y lloraba, las lágrimas me caían hacia las orejas (yo estaba echada), lloraba como estoy llorando ahora, de felicidad. Me había convertido en madre, de una criaturita tan hermosa, a la que me trajeron algunos minutos después y yo sólo pude darle un beso en la frente antes que se lo llevaran. Lo que siguió después no lo recuerdo mucho, sólo daba gracias a Dios porque todo había salido bien, porque el bebé estaba bien, porque era feliz.
Unas horas después, ya en mi cuarto, me lo trajeron. Tan chiquito, tan dormidito, tan frágil, tan hermoso. Lo amaba. Desde que era un frejolito latiendo en la primera ecografía. Lo amé. Y no puedo creer cómo una persona puede amar sin límites, sin esperar nada, absolutamente nada a cambio. Ese es el verdadero amor. Y ese amor es el que nos llena de felicidad.
Es increible ver que estos laaaaargos 4 años (que ahora me parecen tan cortos) mi pequeño bebé se haya transformado en un niño hermoso, inteligente, gracioso, cariñosisimo. Lo veo dormidito, como hace 4 años, pero enorme ahora, ya la cama no le queda grande. Lo veo dormido y en paz y le pido a Dios que me permita verlo crecer, sano y fuerte y sobre todo feliz. Lo veo dormido y quisiera nunca equivocarme como madre, quisera tomar las decisiones correctas, quisera tantas cosas para él, pues es lo primero en lo que pienso cada mañana al despertarme y lo último en que pienso antes de ir a dormir. Y lo que me despierta (a veces no más, mi hijito es lo máximo) mientras estoy durmiendo y me dice: "Mami, ven aquí conmigo".
¿Cómo negarme?

martes, 23 de marzo de 2010

¿Metatar...que????

Los que me conocen lo suficiente, saben, que aunque provengo de una familia llena de médicos (mi papá, mi hermano, mi esposo y yo somos traumatólogos), la verdad es que no me gustaría que mi único hijo (sí, sólo voy a tener uno y eso nos hace felices) también siga nuestros pasos.
¿Por qué?????????? Por muchas razones, que no me voy a poner a enumerar en este momento, pero principalmente porque el ser médico, aunque es una profesión muy linda, como te "encasilla" sólo para eso. Y además porque creo que a nosotros los médicos nos "crían" (la universidad, los hospitales, etc) como si nosotros fuéramos los máximo, casi dioses, y la realidad es que la medicina es una profesión como cualquier otra. No porque uno sea médico está en un "status" superior. Aunque muchos si se vean asi.
Anyway, mi enano de casi casi 4 años ayer me sorprendió muchísimo, pues comenzó a repetir palabras como: metatarsiano, cúbito, húmero, tibia, peroné..... Antes de dormirse. Dicen que en la etapa en la que los niños duermen, "recuerdan" lo realizado en el día y durmiendo lo internalizan. Que yo recuerde nunca le he enseñado esas cosas (los nombres de los huesos del cuerpo) a mi hijo y no creo que mi esposo se los haya enseñado tampoco. ¿En el nido? ¿en el nido enseñan sobre los huesos del cuerpo????? Yo los aprendí en primaria. ¿Metatarsianos? ¿esos huesos enseñan en el nido?
A lo mejor mi hijo resulta siendo médico. Y aunque a mi no me gustaría, ya le tocará a él decidir en su debido tiempo.
Por lo pronto, sigo llenandome de alegría al ver sus pequeños (o grandes) logros.

sábado, 20 de marzo de 2010

Pequeños logros, grandes alegrías

Creo que todas las madres (y padres) nos sentimos igual. Cuando vemos que nuestros hijos logran algo (aunque se trate de algo tan sencillo como armar un rompecabezas), nos invade una sensación de bienestar y felicidad

De pronto, aquel bebé que dependía enteramente de mí, es una personita que ha aprendido muchísimo en sus pocos años de vida. Va al baño sólo, se lava las manos sólo, come sólo, se viste (casi) sólo, prende la TV y pone su canal él sólo, escoge su ropa sólo, y muchas otras cosas más que hacen que me sienta feliz porque veo como se convierte en un ser independiente, aunque con algo de nostalgia porque cómo no añorar cuando era mi bebé, cuando se dejaba cargar todo el tiempo, cuando se dormía en mis brazos.

A veces los logros de mi hijo son aún más significativos. Porque luchó mucho para conseguirlo. Y aunque muchos niños de su edad ya puedan hacerlo sin problemas, el hecho de que mi hijo ¡por fin! lo logre, es algo simplemente indescriptible. Hoy mi hijo me llenó de felicidad porque disfrutó su clase de natación, porque metió su cabeza dentro del agua (con sus lentes azules) y lo disfrutó. Realmente lo disfrutó. Fue feliz y yo más aún.

Muchas madres y padres adoran hablar de lo precoces que son sus hijos, de lo inteligentes, de lo bien estimulados que están. Creo que todos estamos orgullosos de nuestros hijos y obviamente inflamos el pecho si nuestro hijo sobresale en alguna cosa y cuando lo contamos nos sentimos lo máximo. Pero algunos padres ya exageran la nota. Practicamente toda su conversación es en torno a "mi hijo/a es el mejor en ......." (insertar aquí cualquier actividad). Conozco personas que realmente no tienen otro tema de conversación y que además de eso, dan la impresión de que sus hijos son casi casi la versión actual de Leonardo Da Vinci.

Y bueno, yo creo que todos los niños son hábiles en unas cosas y en otras no tanto. Por ejemplo, mi enano es muy hábil con los números, y en realción con los niños de su edad, sobresale. Pero por ejemplo, en cuanto al lenguaje, aún tiene algunas dificultades con algunos fonemas (habla como un loro pero aún no puede decir la f, la j y la s). Yo me emocioné hasta las lágrimas cuando mi hijo por primera vez pronunció correctamente: "mamita, te quiero muCHo".
Y aunque tiene ciertos problemas de lenguaje y también ciertos problemas para compartir (todo el mundo me dice que es porque es hijo único, pero que se le hace), uno se da cuenta de lo ingenioso que puede ser cuando enfrenta algún problema.

Escenario:
Un club de Ñana. Tendidos en el jardín (enorme) sobre una manta. Jugábamos a que la manta era nuestro barco pirata.

Sebas: "Nestuo barco es muy grandee..."
Yo: "Nu-es-tro"
Sebas: "Nesto barco es ....."
Yo: "Nu-es-tro"
Sebas: ................................................ "El barco de nosotros, es muy grande..."

Mi hijo está creciendo. En unos días más cumple 4 años! Y yo cumplo 4 años como mamá. Y soy feliz viéndolo crecer.